Si eliges trabajar en una empresa como asalariado y te tomas un mes de vacaciones, aprendes una lección: eres prescindible. Es crudo, pero te das cuenta de que la máquina funciona sin ti.
Si eliges ser independiente y trabajar como freelance, es al revés: todo depende de ti. El aprendizaje es más crudo aun. Si frenas tu máquina, no cobras. Te vas a dormir y no estás facturando.
Si eliges pasar al siguiente nivel y emprender con una empresa, la carga puede ser muy pesada. Te tomas unas semanas de vacaciones y sientes que todo se va a la borda. El proyecto depende de ti. Pierdes independencia. Todos necesitan de tu dirección.
La cuarta aventura es la última: la de ser empresario. Por lo general no es una elección sino un proceso, ya que son seguridad transitas por las 3 anteriores. ¿Qué lo diferencia del resto? Cuando te tomas vacaciones y vuelves al trabajo, te das cuanta que la máquina funciona sin ti. Y si eres un gran empresario, la máquina crece sin ti.