No vienen del cine.
No aparecen en los sueños.
No fluyen meditando.
No caen de la ducha.
No se preparan en el desayuno.
Ahora: si el cine te despertó una chispa, la soñaste durante la noche, en la ducha la comparaste con otra, en el desayuno te decidiste a escribirla y en tu trabajo la compartiste con tu colega…
Entonces ahora es tiempo de abrir el paracaídas y saltar a volar.